Celia Regueira lo hizo con un Audi A1 adaptado en un taller coruñés
"Tengo la independencia que necesitaba. Tomar un café era una odisea"
A menudo las excusas sirven de parapeto para dejar de lado algún reto o trabajo pendiente. Desde el tiempo, la distancia, la fuerza, el objetivo... Las hay de mil colores. Celia Regueira decidió deshacerse de todas ellas. De este modo, pese a nacer sin brazos, ha conseguido sacarse el carné en su Audi A1 adaptado después de tomar clases en la coruñesa autoescuela Lespar. "Por fin tengo la independencia que necesitaba", indica orgullosa a EL MUNDO esta nueva conductora, vecina de una parroquia de Arteixo, ayuntamiento que limita con A Coruña.
Ella, como muchos otros habitantes del disperso rural gallego, se veía obligada a echar todo tipo de cálculos para cuadrar sus horarios con los del transporte público. Con 18 años Celia tuvo la misma ilusión que cualquier joven de su edad y nada más alcanzar la mayoría de edad se fue a la propia autoescuela Lespar. Por aquel entonces no había coches adaptados para su minusvalía. Durante décadas estuvo removiendo el 'no' en su cabeza hasta que sus amigos volvieron a darle el impulso de confianza que necesitaba. "¿Por qué no te lo vas a sacar? Ahora en la automoción se ha avanzado mucho". "¿Un sin carnet? No, para nada, inténtalo con un coche de verdad, te va a dar mucho más recorrido".
En Talleres Vilanova se encargaron de ajustarlo definitivamente. Experiencia no les falta, ya que cada año realizan centenares de adaptaciones. El resultado, un vehículo con unos pomos en el volante para usar con sus pequeñas extremidades, una caja de cambios automática más fácil de accionar, sensor de voz para las llamadas, un asiento especial rectificado en altura, apertura y cierre acercándose a la puerta, luces automáticas, un pedal para los intermitentes... Y así hasta tener una obra de ingeniería (rondó los 30.000 euros) con la que comenzó las prácticas. La ley permite para casos especiales que el alumno utilice su propio coche para sacarse el carné. Eso sí, todo ha de pasar la lupa de la ITV.
"Todo fueron facilidades. Pero tuve que seguir un proceso complejo. Pasé unas pruebas psicotécnicas, tuve que adaptar el coche para la autoescuela (pedales, rotulación...) y mantuve una reunión con la DGT para certificar que recibiría un trato igual al de cualquier otro alumno", explica, con especial atención para algunos, en una pequeña proporción, que han tildado a esta nueva conductora como "un posible peligro" en la carretera, tal y como ella lamenta. "No saben todo lo que ha habido detrás". En un mes, Celia se sacó la teórica. Tomó 42 clases prácticas y en enero, en su primera intentona, aprobó. "El examen lo recuerdo como una práctica más". Y así, lo que antes era una odisea, "como tomarse un café o ir al médico" se convirtió en realidad. "Espero que sea un ejemplo para que personas en una situación parecida se animen", concluye, deseosa de subir su cuentakilómetros.
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